El salón de Angulema
Las noches solían acabar en el Café de la Paix, donde las troupes de El Víbora y Cairo confraternizaban ante la mirada no del todo aprobadora de José María Berenguer
Las noches solían acabar en el Café de la Paix, donde las troupes de El Víbora y Cairo confraternizaban ante la mirada no del todo aprobadora de José María Berenguer