Un paisaje de la Cataluña rural, que sufre un problema de despoblación

Un paisaje de la Cataluña rural, que sufre un problema de despoblación Generalitat

Vida

Cataluña pasa de ser la comunidad más atractiva a emigrar más que Extremadura

El saldo migratorio excluyendo los ciudadanos extranjeros lleva años ligeramente en negativo mientras la despoblación acecha las zonas rurales

29 abril, 2024 00:00

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La expresión terra d'acollida -tierra de acogida- se sigue utilizando para referirse a Cataluña, pese a que el procés le ha restado atractivo desde el punto de vista de la inmigración extranjera. Barcelona sigue siendo la referencia internacional de los recién llegados desde otros rincones del mundo, aunque en los últimos años Madrid ha ido recortando distancias, especialmente en la captación de personas procedentes de Latinoamérica.

En cuanto a los movimientos internos entre territorios españoles, la comunidad ha pasado de ser vista en el resto del país como un paraíso de oportunidades y libertades a un escenario en el que los catalanes que hacen las maletas con destino a otros puntos de España ya han superado en número a los paisanos que hacen el viaje inverso. "Hace muchos años que Cataluña crece por la inmigración extranjera y el crecimiento natural es negativo", señala Joaquín Recaño, profesor titular de Geografía Humana de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB).

El fin del 'boom' migratorio

En ciudades como Barcelona o Madrid, cerca de la mitad de los jóvenes son nacidos en el extranjero. En la década de los años 30 del siglo pasado, Barcelona llegó a superar a Madrid en población y, en la de los 60, se produjo un boom de llegadas de extremeños, andaluces o castellanos que encontraban en la Ciudad Condal un lugar donde rehacer su vida lejos del campo con el horizonte de un futuro mejor para sus hijos.

Sin embargo, el demógrafo recuerda que este movimiento "se redujo a mediados de los años 70, cuando el crack petrolero", una crisis económica que restó empuje al hasta entonces imparable crecimiento poblacional de la capital catalana. "Después de la llegada de la democracia y del sistema de autonomías, ha habido una difusión; antes había tres grandes núcleos de población: Madrid, Barcelona y Euskadi", apunta el investigador del Centro de Estudios Demográficos (CED).

Añade que, desde entonces, "ha aumentado el número de sectores" económicos y se han creado nuevos puntos calientes de actividad como Valencia, Sevilla o Zaragoza. Aunque no el único, uno de los motores ha sido el turismo, que aporta un 15% de la producción económica de España y ha dinamizado destinos como los de la costa: "Desde el Cap de Creus hasta Huelva hay grandes oportunidades de trabajo", indica el docente. 

Barcelona pierde atractivo

Estos cambios significaron el ocaso de uno de los principales destinos de movilidad interna del país. Cataluña cerró 2022 con un saldo migratorio entre autonomías negativo. La cifra neta fue de 5.865 personas, lo que significa que el número de ciudadanos españoles que dejaron su residencia en Cataluña para irse a otra región superó en casi seis millares el de los que migraron hacia esta comunidad. A partir de 2014, la comunidad volvió a entrar en saldo positivo en cuanto a las migraciones de otras autonomías, pero volvió a entrar a números rojos en 2017, año marcado por un procés que también ha implicado un cambio en cómo el territorio se percibe en el resto del país.

El también profesor colaborador de la Universidad Abierta de Cataluña (UOC) considera que "Barcelona ha dejado de ser tan atractiva en el resto de España" ante la pujanza de otras regiones como la Valenciana o Baleares. "El andaluz antes emigraba a Barcelona, pero se lo lleva todo el alquiler y los salarios no son tan atractivos", remacha.

La aspiradora madrileña

En paralelo, Madrid se ha convertido en una aspiradora de inversión y talento. "Es un lugar para todos los universitarios que quieran progresar, una ciudad más dinámica sobre todo en el sector servicios", analiza Recaño, que matiza que "Barcelona puede absorber otros tipos de demanda", pero también subraya que la capital española antes atraía principalmente a trabajadores poco cualificados y ahora capta también mano de obra "con formación".

El profesor resume este proceso con la frase "en Madrid pasan cosas", que en una de sus conferencias escuchó pronunciar a un joven que iba a trasladarse a esta ciudad. Y es que las migraciones suelen estar protagonizadas por personas jóvenes: uno de cada dos migrantes españoles de menos de 30 años se lo queda Madrid y el otro se reparte entre las otras 16 autonomías.

Despoblación rural

Este fenómeno ocurre, en mayor o menor grado, en todas las grandes urbes, que actúan como imán mientras grandes zonas agrarias se despoblan, aunque la Cataluña vaciada no sufre una emergencia tan aguda como algunas zonas de Segovia, Ávila o Soria. En el caso del éxodo rural, son sobre todo las mujeres quienes ponen rumbo a localidades de mayor tamaño, generándose un "desequilibrio" entre la población femenina y masculina que, a su vez, tiene efectos en la natalidad.

Recaño afirma que la mayoría de jóvenes nacidos en zonas agrarias "no tienen ningún interés en seguir las actividades de sus padres ni quedarse", ya que "las perspectivas son escasas". Lo explica por un cambio cultural y de preferencias en esta franja de edad: "Quieren ver mundo, van a la universidad y cuando han experimentado la vida de ciudad, pocos tienen ganas de volver a los pueblos".