Un hombre se relaja en la playa vestido para ir al trabajo y puede sufrir síndrome posvacacional inverso / CG

Un hombre se relaja en la playa vestido para ir al trabajo y puede sufrir síndrome posvacacional inverso / CG

Vida

El síndrome posvacacional inverso

La insatisfacción en el entorno familiar es uno de los principales alicientes para los que tienen ganas de volver al trabajo

31 agosto, 2016 00:00

Fatiga, desinterés y mal humor… O ilusión, ganas y energía. Estos son algunos de los síntomas que provocan el síndrome posvacacional y el síndrome posvacacional inverso. Hay formas distintas de afrontar el retorno al trabajo después del verano o cualquier otro periodo de descanso.

Según un estudio de Sanitas, la mayoría de españoles, el 65%, padecen el primero: no quieren dejar atrás las vacaciones y volver a sumergirse en la rutina. Normalmente, dura un par de días, una o dos semanas como máximo. Pero existen otros trabajadores que se enfrentan de una forma distinta a su vuelta al cole particular.

Insatisfacción fuera del trabajo

Son los que cuando tienen días de fiesta solo piensan en volver a empezar a trabajar. Es más común de lo que uno podría pensar y los principales motivos que provocan esta situación son la soledad y no saber qué hacer con el tiempo libre y, sobre todo, la insatisfacción en el entorno familiar, según los expertos.

Encontrarse bien y disfrutar en el puesto de trabajo no suele ser razón suficiente para que se produzca este efecto, aunque los empleos vocacionales son los que mayor grado de dependencia provocan.

Mireia Cabero, profesora de psicología de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), explica que aunque algunos empleados desarrollan dependencia en su trabajo, el ansia por volver a empezar después de las vacaciones suele ser motivada por otros factores: “Estos casos se dan porque la vida familiar y ociosa no satisfacen a la persona”.

Cambios importantes

Los motivos son los mismos que inducen el síndrome posvacacional, solo que al revés. En ambos casos, el problema de fondo es la insatisfacción con una parte de la vida, según Cabero. Es por esto que el inicio y el final de las vacaciones son épocas idóneas para plantearse cambios importantes.

“El paso de un estado a otro nos permite comparar cuál nos gusta más y por qué, identificar si hay algún problema que nos afecte en este sentido”, asegura. Aun así, la actitud de cada uno es lo que determina si se produce el síndrome posvacacional o el efecto inverso. “'Tendré que volver a aguantar a mi jefe, hacer unos horarios infames y readaptarme a la rutina'; la mejor manera de evitar estos pensamientos negativos es no tener motivos para que surjan, estar cómodo con lo que uno hace”, según la docente. 

Descansar de las vacaciones

Pero el ansia y la ilusión de volver al trabajo tienen otros peligros, como no desconectar durante las vacaciones. También se puede dar el caso de que se organicen tantos viajes y actividades que el ritmo continúe siendo muy elevado aunque el tiempo se dedique a cosas que gustan de verdad. De ahí la broma recurrente durante los primeros días de trabajo: "Necesito unas vacaciones para descansar de las vacaciones".  

“Es el símbolo noche: necesitamos dormir ocho horas para compensar el ritmo de vida que llevamos durante el día; pues también necesitamos unas semanas de descanso para revertir el desgaste de todo el año”, sentencia Cabero.