Asistimos a un enfrentamiento abierto, hasta el momento solo de guerra comercial, entre las dos grandes potencias, EEUU y China, por alcanzar la hegemonía mundial. En ese escenario las llamadas tierras raras son pieza clave del comercio internacional y de la confrontación que ambas potencias libran por liderar una estrategia global que permita el control del sector energético y el desarrollo de la revolución digital.

Las tierras raras son materias primas críticas para la transición ecológica, tanto para la industria como para el sector de la energía. Son unos 17 elementos con propiedades ópticas-luminiscentes, magnéticas y electroquímicas, que cada día serán más imprescindibles para la economía mundial como recurso crucial para la fabricación de productos de alta tecnología para la producción de energías renovables (turbinas eólicas, células fotovoltaicas...), la electromovilidad (baterías de litio) y la digitalización

Una primera consideración a tener en cuenta son sus procesos de extracción y refino, que son altamente tóxicos, generan grandes cantidades de residuos y demandan grandes volúmenes de agua. Su proceso de obtención es muy complejo y tienen un alto coste tanto económico como medioambiental: emiten CO2 y, en muchas ocasiones, tienen como impurezas elementos como el torio que es radioactivo. Para paliar estos elevados costes se necesitaría agregar valor a la cadena de producción, lo que permitiría justificar y pagar los costes medioambientales producidos. 

Sería pues necesario buscar el equilibrio entre la necesidad de las tierras raras, para facilitar la transición energética y el desarrollo de las renovables, y al mismo tiempo reducir los costes medioambientales y los daños que puedan provocar al ecosistema. Otro elemento por considerar es el importante incremento de la demanda de tierras raras, que puede superar el 40% y alcanzar el 90% en el caso del litio. ¿Qué cantidad de tierras raras se necesitarán para los 2.000 millones de coches eléctricos que se estiman en circulación en el 2050? ¿Y para los más de 15.000 millones de teléfonos móviles actuales? 

Por otra parte, una economía digitalizada debería suponer una sociedad “desmaterializada”, que consume menos recursos y bienes materiales, mientras el tráfico de datos crece y circula a tiempo real a gran velocidad a través de cables, redes, fibras ópticas y centros de almacenamiento de datos, hasta miles de millones de dispositivos receptores cada vez más inteligentes (smartphones, ordenadores, coches eléctricos/híbridos). 

Sin duda será necesaria una gestión minera sostenible, vinculada a la economía circular y a la responsabilidad social corporativa.  El proceso de extracción y refino, aparte de ser altamente tóxico, como se ha señalado anteriormente, genera grandes cantidades de residuos. Sin embargo, las tierras raras son potencialmente recuperables, reutilizables y reciclables, aunque las tecnologías para hacerlo sean complejas.

Como apuntaba al principio las tierras raras tienen una componente estratégica muy significativa, siendo pieza clave en el comercio internacional y en la guerra comercial entre China y EEUU.

China es la principal proveedora del planeta. Según el Servicio Geológico de EEUU, controlaba en 2019 el 61,97% de la producción de tierras raras y hasta el 95% de su procesamiento. De hecho, EEUU en la actualidad importa el 80% de China.  Además de las riquezas de sus depósitos y su capacidad de refino, la hegemonía de China se explica por su laxa regulación medioambiental y laboral, lo que le permite mayor extracción a menor coste.

El consumo actual de tierras raras es el doble que hace veinte años y, sin duda, es un elemento que tensiona las relaciones entre China y EEUU, sobre todo teniendo en cuenta la necesidad de estos materiales en la industria armamentística y en las tecnologías avanzadas de aplicación en la industria espacial, las telecomunicaciones, robótica y ciberseguridad. 

En el caso español, que es el tercer país de la UE con mayores recursos minerales, en la actualidad no hay ninguna explotación de tierras raras a pesar de que importamos unas 550 Tm/año de estos materiales. Según estudios de la UE, en España hay identificadas al menos cuatro áreas con presencia de tierras raras, la más significativa la del Campo Montiel, en Ciudad Real, un yacimiento de 30.000 Tm cuya explotación está paralizada en la actualidad por motivos medioambientales. Caso aparte sería el yacimiento de Monte Tropic, cadena de montañas submarinas ubicadas al sudoeste del archipiélago canario, motivo de reivindicaciones marroquíes sobre estas aguas territoriales donde se cree hay importantes reservas de telurio y otros metales. 

Una vez más se constata la necesidad de una estrategia europea compartida, existe el Plan de Acción sobre materias primas fundamentales de la Comisión Europea de 2020, donde la UE identifica 34 elementos químicos como materias primas estratégicas en riesgo de sufrir problemas de abastecimiento. Y al mismo tiempo son “criticas” y necesarias para cumplir los objetivos europeos de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en al menos un 55% de aquí al 2030 y ser región climáticamente neutra para el 2050.

La hegemonía mundial se librará cada vez más en el terreno de las tierras raras, necesarias para la industria armamentística, indispensables para el control de la transición energética a través de desarrollo de las renovables y el liderazgo en la revolución digital.